Mi camino no ha sido fácil, pero hoy puedo decir que cada paso me ha traído hasta aquí, con propósito y verdad.

Viví experiencias dolorosas y traumáticas que me llevaron, desde el dolor, a buscar ayuda. Aunque al principio fui muy escéptica, un día viví mi primera constelación familiar... y algo dentro de mí cambió. A partir de ahí, me permití mirar mi historia con otros ojos, replantearme lo aprendido y abrirme a un proceso profundo de sanación.

Me di cuenta de que, aunque tenía “todo” —trabajo, familia, pareja— me sentía vacía y desconectada. Empecé a trabajar con mi niña interior, a sanar mi relación con mis padres, y sobre todo, a reconstruir a esa mujer adulta que quería vivir con ilusión, sin cargar con la sombra de la depresión.

La espiritualidad y las terapias me mostraron otro mundo, uno donde sentí fuerza, sentido y transformación. Me formé en constelaciones, energía, reflexología podal, y viví cambios profundos a nivel físico, emocional y espiritual. Incluso una enfermedad me dio una señal: tenía que escucharme, cuidarme, vivir desde el alma.

Con el tiempo, dejé una vida que ya no me representaba, solté un matrimonio, cambié de trabajo y aposté por criar a mi hija desde el amor, sin miedo, aún sin red de apoyo. Me preparé, estudié, trabajé en hospitales, saqué una oposición, y ahora sé que nada fue en vano.

Hoy, desde una nueva versión de mí misma, acompaño a mujeres que también buscan sanar, conectar con su fuerza interior y transformar su historia. No ha sido fácil reprogramar mi mente, pero sé que es posible, y quiero compartir ese camino.

💛 Porque sí se puede volver a sentir ilusión por vivir.